En 2005, el escritor estadounidense, Cormac McCarthy (1933-2023), publicó No Country For Old Men, una novela profunda e ilustrativa sobre la transformación social y la violencia en Estados Unidos, que dos años después sería llevada al cine magníficamente por los hermanos Ethan y Joel Coen.
Es un hecho que la novela ofrece una experiencia más extensa, imaginativa y profunda que rebasa por formato los alcances de la película, sin embargo, la obra cinematográfica de los Coen, que respeta en un 80% el documento escrito, es tan completa que respira a su propio ritmo rozando la perfección.
Nos dimos a la tarea en SerieMente Cine de hacer un acercamiento más íntimo y un comparativo entre ambas versiones de esta historia que tiene lugar en Texas, Estados Unidos, justo a las orillas del Río Bravo en el año 1980.
La historia
La trama en No Country For Old Men gira alrededor de un negocio que sale mal, en el que están involucrados cárteles mexicanos, la mafia estadounidense, mucha heroína y un maletín con 2 millones de dólares.
Mientras Llewelyn Moss está de cacería buscando antílopes, da por casualidad con la escena del crimen y, sin sudar una sola gota, se hace propietario de la maleta millonaria que cambiará su vida y la de su joven pareja Carla Jean para siempre.
Pensamientos de angustia inquietan la mente de Moss, que lo empujan a tomar acciones precipitadas e inmediatas como regresar al lugar de los hechos para conocer de cerca al enemigo y, posteriormente, convertirse en prófugo del crimen y la justicia.
A partir de aquí comienza la persecución de Anton Chigurh para atrapar a Llewelyn Moss y recuperar el dinero, y la del Sheriff Bell por resolver lo que sus ojos consideran sucesos de un caso inverosímil.
Los personajes
Tres personajes principales dan vida a la narrativa del libro y la película: el viejo Sheriff Ed Tom Bell del Condado de Terrell, el veterano de guerra Llewelyn Moss y Anton Chigurh, un ser ajeno a la cultura y a las tradiciones tejanas, que representa con violencia y voracidad, el inevitable cambio hacia un mundo nuevo.
El Sheriff Ed Tom Bell / El Bueno
Es la voz narrativa, el buen Sheriff que desde que asumió el cargo a los 25 años se apega a los valores morales tradicionales y a las leyes del estado de Texas. Tiene una cariñosa esposa de nombre Loretta, una casa y un rol definido en la sociedad.
Representa la comunidad, lo local y lo conocido, así como la añoranza de tiempos pasados, en donde la autoridad se daba el lujo de no portar armas porque la violencia tenía un ritmo más estable.
Su edad lo pone en jaque ante los nuevos escenarios y retos del mundo moderno, que lo hacen dudar de sus capacidades para combatir al crimen, que lo alcanzó, lo asfixió y lo orilló, a tomar una decisión inevitable: el retiro.
“En algún lugar allá afuera hay un verdadero profeta viviente de la destrucción y no quiero enfrentarlo. Sé que es real. He visto su trabajo. Caminé frente a sus ojos una vez. No lo volveré a hacer. No me empujaré hacia adelante para salir a su encuentro. No es solo porque estoy más viejo. Desearía que así fuera”, se dice para sí el Sheriff.
Anton Chigurh / El Malo
Es un personaje anónimo, no se sabe nada de él y parece ajeno a este plantea. Es lo opuesto al Sheriff Bell porque no pertenece ni encaja con la vida cultural de Texas. ¿De dónde viene? ¿Hacia dónde va? ¿Qué lo motiva? ¿Tiene familia? Estas y otras preguntas no tienen respuesta porque Anton Chigurh es un misterio, un hombre sin pasado ni registro.
Sus acciones violentas e indescifrables representan el futuro, el constante movimiento de una persona o de una sociedad que no tiene tiempo para detenerse a reflexionar sobre el bien y el mal, simplemente fluye porque las cosas tienen un destino y un lugar intransferible en este mundo, así como la vida misma.
Esto se ejemplifica a través de los famosos volados (águila o sol), que Anton Chigurh utiliza para definir la suerte de posibles víctimas, siendo este juego de azar, la única regla en la que cree y respeta.
A diferencia de los otros personajes que utilizan una variedad de armas de fuego convencionales, las suyas son más sofisticadas, como por ejemplo, un tanque de oxígeno con una manguera conectada a una pistola de perno cautivo, como las que se utiliza para matar ganado.
“El camino de una persona por el mundo rara vez cambia y es aún más raro que cambie abruptamente. Y la forma de tu camino fue visible desde el principio”, sentencia Chigurh a Carla Jean, la esposa de Llewelyn Moss.
Llewelyn Moss / El oportunista
Felizmente casado con la joven Carla Jean, Llewelyn Moss es el estereotipo de ciudadano común. Defendió a su país en la guerra de Vietnam y tiene un domino amplio en el uso de armas, que normalmente aplica para cazar animales.
Es un tipo que encarna la vida tejana, la del cowboy americano que vive modestamente en un tráiler. Tiene la fortuna o la desgracia, de estar en el lugar indicado para hacerse del maletín millonario y soñar con un futuro próspero.
Moss representa al hombre hecho a sí mismo que ha logrado salir adelante por su valor, trabajo y esfuerzo, pero además, cuenta con la posibilidad de cambiar su destino porque In God We Trust y ¡Qué viva el sueño americano!
Lo que parece un golpe de suerte se convierte en la tragedia de Llewelyn Moss y su amada Carla Jean, pues la decisión de robar el dinero es el boleto ganador para un lugar en el cementerio.
“No puedes hacer un trato con él. Déjame decirlo otra vez. Incluso si le dieras el dinero, él te mataría. No hay nadie vivo en este planeta que haya cruzado palabra con él. Todos están muertos. Estas no son buenas probabilidades. Es un hombre peculiar. Incluso se podría decir que tiene principios. Principios que trascienden el dinero o las drogas o algo por el estilo”, le advierte el caza recompensas Carson Wells a Moss cuando está en el hospital.
El libro
Cormac McCarthy, considerado uno de los autores más destacados de Estados Unidos, integra los elementos necesarios para hacer que la persecución funcione, empezando por la variedad de armas que utilizan los personajes. Si vas a escribir una novela de este calibre donde los hechos suceden en Texas, el estado emblema de las armas de fuego, tienes que saber del tema.
McCarthy convence en sus descripciones y se lee conocedor en la materia presentando un abanico de opciones (pistolas, escopetas, metralletas y rifles) que aparecen como objetos indispensables para comprender las situaciones y sucesos de la trama.
El lenguaje regional es utilizado con maestría para convertir al estado de Texas y al cruce fronterizo en un personaje que respira y cobija con vida propia la narrativa de esta historia con tintes western.
Algunos escenarios en No Country For Old Men recuerdan al viejo oeste, a los duelos de vaqueros y los paisajes desérticos, con elementos característicos como el uso de armas, los sombreros y la idea de justicia entre el bien y el mal.
Sin embargo, este ambiente parece no encajar más en la realidad de la época, es antiguo y caduco, como el Sheriff Bell, y está en proceso de renovación, impulsado por nuevas dinámicas sociales tan incomprensibles como la humanidad de Anton Chigurh, el justiciero fantasma que advierte que los tiempos han cambiado.
No Country For Old Men es la manifestación del final de una era, del cambio de una sociedad echada a perder que forzosamente dará espacio a lo nuevo, a la creación de otras formas de interacción social.
Su lectura cinematográfica con guiños al western, al thriller y al género negro, fueron los incentivos irresistibles para que los hermanos Joel Coen y Ethan Coen aceptarán el reto de llevar el libro a la pantalla grande en 2007.
La película
Guardando la distancia y la proporción entre ambos proyectos, la película de No Country For Old Men es una de las adaptaciones mejor logradas que se han hecho de una novela, y que tiene la virtud de agregarle textura y complementarla.
Visualmente la cinta es un deleite. A través de los paisajes retoma la voz narrativa y reflexiva del Sheriff Bell, gracias al talento del fotógrafo británico Roger Deakins (ganador de dos premios Oscar por Blade Runner 2049 y 1917).
La caracterización de los personajes y la fotografía coinciden con lo que uno imagina como lector, pero además, otorgan voz y personalidad al desarrollo de la historia.
La selección de actores no pudo ser más acertada, empezando por Tommy Lee Jones como el Sheriff Ed Tom Bell, Josh Brolin como Llewely Moss, Woody Harrelson como Carson Wells y la actriz escocesa Kelly Macdonald como Carla Jean, que consiguió el acento tejano a la perfección para parecer auténtica nativa.
La cereza en el pastel es la interpretación de Javier Bardem como Anton Chigurh, que eleva el peso del personaje al mostrarse a cuadro como ese ser extraño de pocas palabras que está fuera de contexto y del que no sabemos nada. Su corte de cabello estilo bacinica y su vestimenta oscura, diferente a los demás, decoran y dignifican la construcción de este villano que creó McCarthy.
La película recrea la gran mayoría de los pasajes del libro, e incluso traslada diálogos textuales que permiten al espectador disfrutar de la misma intriga. Los elementos de comedia, de suspenso, de cine western, negro y de terror, que añaden los hermanos Coen en la dirección son elegantes y contundentes.
Por ejemplo, en un western tradicional en donde hay dinero de por medio, el desenlace se resuelve por medio de un duelo como en El Bueno, El Malo y El Feo (1966) de Sergio Leone, pero aquí, al ser una persecución en la que Chigurh no alcanza a Moss, y el Sheriff Bell es el último lugar de la carrera, ese duelo nunca llega, y cuando parecer que va a suceder, el agotado Sheriff termina enfrentando a su propia sombra, en una de las mejores escenas de la cinta.
Los caminos de los tres personajes principales no se cruzan realmente, jamás comparten una toma juntos, un punto de la película que se recupera del libro, y que se logra de forma excepcional para entender las metáforas de cada uno.
La adaptación al cine de No Country For Old Men ganó cuatro premios de la Academia como mejor película, mejor dirección, mejor guion adaptado y mejor actor de reparto por el trabajo que hizo Javier Bardem.
Tanto el libro como la cinta, son dos proyectos excepcionales que merecen reconocimiento por separado, dignos de debates literarios y cinematográficos, pero que también, invitan a reflexionar sobre la violencia y el uso de las armas en Estados Unidos.