Con un elenco de primera, el pasado viernes 24 de mayo se estrenó por Prime Video esta producción que ya genera controversia.
Los recuerdos del asesinato de Paco Stanley
Hace casi 25 años, el lunes 7 de junio de 1999, estaba en el colegio cuando entre los profesores y estudiantes, se comenzó a difundir la noticia de que Paco Stanley había sido baleado en la famosa taquería “El Charco de las Ranas”, ubicada al sur en la Ciudad de México. Los interesados y curiosos encendimos la radio en los salones, y otros tantos, quienes gozaban de tener celulares, hablaron a sus familiares para confirmar los hechos. Yo tenía 14 años.
El regreso a casa fue un frenesí informático cargado de datos falsos, voces periodísticas y predicciones aventadas al aire sobre los acontecimientos. Me sorprendió la noticia por la manera en cómo la sociedad se volcó sobre el tema. Sin Internet ni redes sociales, los mexicanos tuvimos que tolerar a los locutores y conductores oficiales de la radio y la televisión (Televisa y Tv Azteca).
El asesinato se sintió cercano. Mi padre gozaba de la personalidad, las ocurrencias y las bromas pesadas de Paco Stanley, un humor que hoy es cuestionado e incluso mal visto, sin embargo, en aquel entonces, se compartía en familia. Después de la escuela, por las tardes, recuerdo comer con la televisión prendida viendo ¡Pácatelas!, cuando el programa era una producción de Televisa.
La forma de conducir de Paco Stanley, de hacer televisión y comedia, marcó un antes y un después en el país. Se convirtió en un pionero y un referente de la cultura del espectáculo; basta mencionar el baile del “gallinazo” del primer gran patiño de la televisión, Mario Bezares.
La nueva serie de ficción ¿Quién lo mató?
Los primeros 2 episodios de esta producción creada por Alexandro Aldrete, Humberto Hinojosa (director) y Rodrigo Ruiz Patterson, se estrenaron en la plataforma de streaming Prime Video el 24 de mayo. Ambos, me recordaron a mi juventud y al contexto histórico de México cuando ocurrió la muerte de Paco Stanley, quien es interpretado de forma genial por Roberto Duarte.
El acelere y el ritmo intenso (como si todos, tanto actores como espectadores, estuviéramos bajo el efecto de la cocaína) están justificados por la intención narrativa, que desde el principio, pretende, al menos en los primeros capítulos, montarnos en un tren sin frenos ni retorno con destino al descontrol.
Los involucrados, Mario Bezares (Luis Gerardo Méndez) y Jorge Gil (Diego Boneta), parecen sacados de una caricatura, y conforme avanza la serie, los vemos perder la brújula y la confianza en sí mismos. Se observan desconcertados y no dan crédito al huracán que está apunto de destruir sus carreras.
En este sentido, el procurador de la Ciudad de México, Samuel del Villar (Jorge Zárate), juega el papel del investigador y el gobierno, quien indaga el caso y pone la cara para hacerle frente a la difamación de las televisoras; un retrato de lo que sucedió en el caso real, el cual terminó por salpicar y desprestigiar no sólo a las personas cercanas a Paco, y se quedó sin más respuestas que la de la existencia de un vínculo con el narcotráfico.
¿Las exageradas actuaciones dan en el blanco?
El trabajo del reparto resalta por su sobreactuación y extrema caracterización, principalmente el de Roberto Duarte, Luis Gerardo Méndez y Diego Boneta, quienes logran representar el humor y la dinámica que existía entre Paco, Mario y Jorge cuando hacían los programas, como por ejemplo, la manera corporal en la que se expresan y el entendimiento para responder a la provocación o al chiste en las escenas del foro de grabación.
El elenco lo complementan una Belinda también muy exagerada, quien interpreta a Paola Durante, Javier `El Cha´ Ramírez (Benito Castro) y Zuria Vega (Brenda Bezares), siendo de los tres, ésta última la que más aparición tiene en los primeros capítulos.
La labor actoral no es una imitación, y hace sentido solamente si comprendemos a los personajes dentro de ese tono acelerado y desbordado del mundo de ficción que sugiere la propia serie, donde muchas escenas y situaciones parecen dignas de una caricatura en la que habitan los excesos de las risas y las situaciones inverosímiles, como cuando la esposa de Jorge Gil, tras enterarse de la balacera, deja varado su automóvil en medio del tránsito sin llevarse las llaves, para pedirle en chinga a un casual motociclista que estaba por ahí, un aventón hacia el hospital, una situación poco creíble y mal lograda mientras escuchamos de fondo el beat de la canción “Vive” del grupo pop Kabah.
En resumen…
Los primeros dos episodios de ¿Quién lo mató? son una parodia de los hechos reales relacionados con el asesinato de Paco Stanley, que lejos de aportar nuevos elementos sobre el caso, transmiten información que es de dominio público o en montajes de situaciones que supuestamente sucedieron. Al parecer, esto seguirá así en los próximos capítulos, que se irán liberando este viernes 31 de mayo, y los próximos 7 y 14 de junio.
Por otra parte, el tono a sátira de la serie no me hizo sentir mucha empatía por los personajes y su tragedia, aunque por momentos sí reí y recordé los pasajes de los acontecimientos, muchos de ellos, replicados de grabaciones, declaraciones y entrevistas que circulan en Internet. En este sentido, es como si estuviéramos viendo la versión chusca y poco seria, a diferencia de la miniserie documental El Show: Crónica de un Asesinato de Diego Enrique Osorio, misma que se entrenó en 2023 y que es un acercamiento real y completo que incluye las voces y los testimonios de los involucrados.
El problema en ¿Quién lo mató? es que al tratarse de un caso mediático tan conocido con casi 25 años de historia, es muy difícil no comparar la realidad con una serie de ficción, que si bien tiene su propia esencia y propuesta, no puede ni pretende alejarse de la realidad, y todo parece un chusco refrito de algo que ya conocemos.
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