La película Crossing nos lleva por el viaje de una maestra jubilada que se traslada de Georgia a Turquía para encontrar a su sobrina perdida y honrar la memoria de su hermana fallecida.
El escritor y director Levan Akin (And The We Danced, 2019) nos presenta su nuevo largometraje Crossing, un viaje por las calles y los rincones de Estambul, que muestra una realidad oculta de esta maravillosa ciudad: la de la pobreza y la prostitución; la del abuso y la migración; y sobretodo, la de la unión y la comunidad LGBTQ+.
En la cinta, acompañamos a Lia (Mzia Arabuli) y al joven Achi (Lucas Kankava), por una aventura impredecible para seguirle el rastro a Tekla (Tako Kurdovanidze), la sobrina trans de Lia, quien dejó su hogar en Batumi, Georgia, para refugiarse en Turquía y encontrar una nueva vida. Tras la muerte de la hermana de Lia, ésta decide emprender el camino hacia Estambul, y aprovechando el ofrecimiento de Achi, como traductor de inglés y porque afirma tener la dirección correcta del lugar donde podrían encontrar a Tekla, decide sumarlo al recorrido, advirtiéndole que mientras estén juntos: poca charla y cero alcohol, a pesar de que ella es una gran bebedora.
Con escaso equipaje y con el dinero de Lia, quien incluso malvende algunas alhajas de oro en uno de los cruces fronterizos; ambos personajes recorren la larga ruta en camiones y ferris para finalmente arribar al estrecho del Bósforo, en esa milenaria división continental entre Asia y Europa. En esta primera parte de la película se nos muestra el motivo de Lia para emprender el viaje y la peculiar relación entre estas dos personas, que a pesar de la diferencia de edad y lo alejados que parecen, gradualmente se comprenden y se acercan.
La grandiosa narrativa visual de Crossing
Crossing tiene una fotografía que invita a querer saber más del mundo en el que se desenvuelve la historia; los paisajes y las escenas cobijan a los personajes de una forma real y bella, poniendo al centro de la conversación la condición humana para abrir la posibilidad a la esperanza, advirtiendo que, donde quiera que nos encontremos, sin importar las condiciones que nos rodean, podemos aspirar al cambio.
La fotógrafa Lisabi Fridell colaboró anteriormente con el director Levan Akin en And Then We Danced, y ahora otorga con la calidad de su trabajo visual, los elementos necesarios para convertir esta película en un fantástico drama cinematográfico. Nada es insignificante y todo vale la pena observar y escuchar, es por eso que para los que no conocemos la cultura de medio oriente y no estamos familiarizados con el lenguaje o el estilo de vida de ese lado del planeta, esta cinta se vuelve todo color y aprendizaje.
Un ejemplo de la clase de experiencia que es mirar Crossing, es cuando en uno de los traslados en ferry, la toma se aleja de los protagonistas para mostrarnos las zonas del barco con una cámara que se mueve sutilmente por diversas direcciones hasta detenerse en dos niños de la calle; uno de ellos toca el laúd y después, la cámara se va hacia la cubierta para presentarnos a Evrim (Deniz Dumanlli), un personaje fundamental en la historia, una abogada trans que representa la esperanza y la oportunidad de un futuro mejor para todas y todos los involucrados en la historia.
Los gatos callejeros y las personas inadvertidas de Estambul
Yo nunca he estado en Estambul y desconocía de la importancia que tienen los gatos para la vida y la gente de esta ciudad. Sus calles, sus edificios, sus parques y sus barrios son la casa de estos amigables felinos, quienes son respetados y alimentados por los habitantes. Se estima que más de 125 mil gatos viven allí, lo que los hace ser un elemento distintivo de la cotidianidad desde hace miles de años, incluso existen leyes que los protegen, sin embargo, no todo es privilegio y felicidad para estos seres vivos, ya que muchos están olvidados, enfermos o sin rumbo.
La presencia de gatos en varias de las escenas de Crossing me hizo reflexionar sobre este último punto. A manera de analogía o metáfora, estos animales callejeros se asemejan a la comunidad inadvertida de personas que viven en las zonas marginales de las grandes y modernas ciudades, y que contra todo pronóstico, sobreviven, logrando algunas de ellas superar esa condición para posicionar un futuro mejor.
El viaje de Lia para encontrar a su sobrina trans en compañía de Achi, no es solo un recorrido geográfico hasta ese mundo marginal y desolado, sino que también es un camino espiritual y personal que los acerca a sí mismos. En el trayecto y conforme se desenvuelve la trama, los personajes de la película se descubren y evolucionan, encontrando en los otros la pertenencia y el sentido humano, donde la unión y las relaciones de amistad significan el boleto de permanencia en el mundo, para y solamente así, no pasar desapercibidos.
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